La fantasía juega con el cuatro, Jorge Alonso

Jorge Alonso con el once que se proclamó campeón de la Copa de la Liga
El jugador leonés en la campaña 85/86

Conduciendo el balón con las medias bajadas, una peculiaridad suya
Jorge, en el centro, junto a Rusky, Lucas, Javi y Julián López (ya fallecido)

José Anselmo Moreno

En junio de 2019, si abríamos «el libro» del nuevo estadio Zorrilla por detrás nos encontrábamos con la obra del foso pero si lo abríamos por delante aparecía, como aparecerá siempre, el nombre de Jorge Enrique Alonso Mantilla, un centrocampista talentoso y que gestionaba el éxito de los demás pero que el día de la inauguración del recinto se situó bajo los focos, aunque excepcionalmente no fue titular. Pasó a la historia del Real Valladolid por ser el primer goleador de Zorrilla pero Jorge Alonso fue mucho más que eso. Llegó esa temporada en que había que alinear a dos Sub 20 por obligación y el Pucela llegó a alinear un día a cuatro. Se acabó ascendiendo cuando, al principio, Gonzalo Alonso había ofrecido una prima por no descender a lo que Llacer respondió: ¿Y si ascendemos?. Hombre, claro (respondió el presidente). Pues fírmelo también, que nunca se sabe…

Jorge vino de puntillas y se fue de puntillas, tanto en su etapa de jugador como de entrenador, ya que estuvo en el cuerpo técnico del Promesas y fue también ayudante de Javier Clemente en el primer equipo. Hoy, uno de esos futbolistas que dejaron huella, regenta «Caprichos Jorge Alonso», al lado de la catedral. Curiosamente el número del portal que hay frente a su negocio coincide con el dorsal que él llevaba a la espalda, el cuatro.

Leonés de nacimiento, con 15 años estuvo a prueba en la Cultural Leonesa y comenzó a jugar en el Atlético León. Su padre Lucio, el Pana, jugó en la Cultural durante la temporada 49/50. También jugó como culturalista su tío Pito Mantilla (le apodaban cabeza de oro porque era extraordinario con la cabeza) y su hermano Lucio, que dice que era mejor que él. En aquel tiempo, cuando Jorge tenía 17 años, Ramón Martínez y Santi Llorente vigilaban de cerca todo el fútbol próximo a Valladolid y Jorge no se les escapó. Fue captado con esas 17 primaveras y para aquí se vino. A pesar de la rivalidad, la mezcla León-Pucela ha cuajado varias veces, como en los casos de Juan Carlos Rodríguez o de Manolo Peña.

Jorge era casi un adolescente cuando llegó pero ya entonces hablaba poco, vivía con otros siete chavales (sí, ¡siete!) en un piso próximo al viejo estadio. «Dormíamos en literas, es la etapa en que mejor me lo he pasado en mi vida», evoca Jorge. Enseguida hizo buenas migas en la plantilla con Luis Miguel Gail, que fue el último jugador en marcar en el viejo estadio. Precisamente Gail le dijo al oído, tras «quitar el precinto» al marcador del Nuevo Zorrilla, que merecía ese primer tanto. Eso demuestra el compañerismo que había entonces entre los jugadores que germinaban en la casa.
No tanto con algunos foráneos porque Jorge cuenta una anécdota muy curiosa respecto al último gol en el coliseo del Paseo Zorrilla. En el partido postrero ante Osasuna, había una minicadena musical en juego que ofrecía un hipermercado para aquel que echara el telón goleador al viejo estadio. Paradójicamente, Jorge también pudo ser el último goleador del desaparecido recinto pero cuando iba a marcar, casi a puerta vacía, llegó por detrás un extremo argentino de la época, Fernando Alí Navarro, que también quería la minicadena para él y pasar a la historia. “Los dos nos fuimos al suelo y la gente hasta se reía porque la situación realmente fue para ello”, recuerda.

Por esas cosas del fútbol, precisamente Alí le dió el pase de su memorable primer tanto quince días después para batir al Athletic Club de Javier Clemente, de quien Jorge sería segundo entrenador en Valladolid durante la temporada 2009/10 en la que el técnico vasco casi salva al equipo con alineaciones, charlas y sesiones de entrenamiento muy peculiares pero efectivas. Jorge recuerda que un día le preguntó cómo veía él a Antonio Barragán de lateral izquierdo con cinco defensas y su respuesta fue: «no acabo de verlo, mister». Pues bien, Barragán jugó siempre en ese puesto, a pie cambiado, con Clemente. Genio y figura.

JORGE «MARADONA»
Al margen de ese dato histórico del primer gol en Zorrilla, el de Puente Castro era un jugador grande y, como tal, pudo ir a un equipo grande. Jorge «Maradona» le llamaba la prensa en aquella época cuando hacía alguna de las suyas. Era una joya por la que hoy se pegaría cualquier agencia de representación pero entonces no se estilaba tener agente así que él mismo fue a hablar con Gonzalo Alonso cuando un equipo ofreció casi 70 millones por su fichaje. “Gonzalo era muy duro negociando, me dijo que si llegaban a cien millones me traspasaría, pero nunca llegaron”, recuerda Jorge. 
El club en cuestión era el Atlético de Madrid, que entonces presidía el doctor Cabeza, lo cual da una medida de la calidad de Jorge Alonso, que era un pelotero impresionante. Sus “slalom” con el balón cosido al pie son inolvidables para los aficionados de aquella época. Visto desde los fondos, Jorge se acercaba con la pelota a la portería como si fuera el séptimo de caballería acometiendo a los sioux en Little Big Horn. Imparable en carrera.


Aún en la retina del seguidor de toda la vida hay un gol al Murcia en el viejo estadio, aunque ese día (cosas del destino) tampoco salió de titular. Sustituyó a Minguela y tuvo tiempo de sobra para hacer dos goles, uno de ellos para enmarcar. Fue en la temporada 79/80, el equipo estaba en segunda y subiría ese mismo año pero aquel tanto hubiera tenido mucho tirón mediático de haberlo conseguido en el escaparate de Primera. Por desgracia, Estudio Estadio solo pasaba resúmenes de la máxima categoría. Ya había metido otro gol de bandera el día de su debut, contra el Racing de Ferrol. Fue aquella temporada (79/80) en que había que jugar con dos Sub 20 y el Pucela, más chulo que ninguno, sacaba tres y una vez, hasta cuatro.


Jorge también fue internacional juvenil, precisamente en ese combinado coincidió con Andoni Zubizarreta, el primer portero que recogió un balón del fondo de las redes en el actual coliseo vallisoletano. Su trayectoria de blanquivioleta fue impecable hasta que un año no renovó por falta de acuerdo en lo económico y en la duración del contrato. Después entraron ingresos no previstos y le ofrecieron más, pero él ya había dado su palabra y tuvo que irse.

No era fácil entonces negociar contratos. A comienzos de aquellos ochenta los clubes vivían básicamente de los abonados, no de la televisión o del marketing, ni siquiera había publicidad en las camisetas. Por contextualizarlo, el Real Valladolid hizo una gira al acabar la temporada 80/81 por tres países de Latinoamérica, con el refuerzo del jugador del Palencia Santi Bakero (hermano del delantero internacional) y consiguió un ingreso extra de… poco más de un millón de pesetas. Y eso, aprovechando el tirón de contar con el hondureño Gilberto en sus filas. Un millón era entonces una cantidad notable pues no había mucho de donde sacar ingresos atípicos. Las taquillas hoy son una partida quasi residual y entonces salvaban una temporada.

SALIDA DISCRETA
Así las cosas, no se hacían grandes dispendios, no se podían hacer, y en un verano difícil para cuadrar las cuentas, pues se venía de un año sin traspasos, Jorge recibió una oferta de renovación a la baja y por una sola temporada. La rechazó, básicamente porque no se sintió valorado en la que era su casa, y se marchó al emergente Logroñés de Lotina y «Tato» Abadía. Sin hacer ruido. Como vino, se fue. Paradojicamente fue la temporada (1986/87) en la que más había jugado, hasta cuarenta partidos.
Más tarde jugó en la Unión Deportiva Salamanca, en el Avilés Industrial y en el Real Avila. Nunca se marchó muy lejos de casa porque Jorge es muy familiar, su mujer y sus dos hijas eran lo prioritario y no quería alejarse demasiado de Valladolid o de León. 


Como referencia para los aficionados actuales, Jorge Alonso se podría equiparar a Toni Villa, pero el leonés con más gol que el murciano. Jorge llegó a meter un gol hasta cojo en Sevilla, un tanto que selló la salvación para el equipo en una campaña muy complicada, la 84/85. Fue un partido de infarto y de ello puede dar fe el entonces presidente, Gonzalo Alonso, quien hubo de ser atendido por una indisposición.


Jorge lo arregló cuando ya había pedido el cambio pero el entrenador (Fernando Redondo) prefirió que siguiera y marcó a falta de cuatro minutos. Se le tiraron todos encima y casi le asfixian. Inolvidable es la imagen rabiosa de Pepe Moré dando un puñetazo al suelo mientras celebraba ese tanto. Había costado mucho, al equipo ese año le faltó gol aunque el número 4 marcó once. Y es que Jorge era un jugador de una calidad inmensa, ni sus compañeros a veces sabían si era zurdo o diestro. Modeló su pierna mala, la izquierda, pegando patadas al balón contra una pared durante horas. “Recuerdo que un día mi compañero Ito se sorprendió al verme tirar un penalti con la derecha porque pensaba que era zurdo”, relata. 
Y el 20 de febrero de 1982 logró ese tanto más recordado de su carrera, precisamente con la izquierda. Además, fue un gol ganador porque el partido acabó 1-0. Eso pasó hace treinta y ocho años, en puertas del Mundial de España. De hecho, Naranjito junto a Estrenos TV, Remington Steele o Dinastía eran algunos de los programas que entonces copaban la parrilla televisiva. En las carteleras de cine, Conan el bárbaro, Víctor o Victoria, Blade Runner y Rocky III eran los éxitos de público.
Jorge (mediapunta que jugaba con ese número 4 por deseo de su entrenador, Paquito) no solo fue protagonista de aquel partido histórico, también lo fue en el equipo que logró la Copa de la Liga en la 83/84, el único título ganado por el Real Valladolid.


Siempre estuvo en momentos especiales. Especial fue incluso el partido de su debut, porque se eliminó al Espanyol de la Copa en un encuentro que tuvo mucho de improvisación, ya que el Valladolid jugó con varios juveniles que eran desconocidos para algunos de los profesionales. Allí estaba Jorge Enrique Alonso Mantilla, que nació hace 58 años en Puente Castro y que defendió la camiseta blanquivioleta durante nueve temporadas (siete en Primera) en las que acumuló 205 partidos y 53 goles.
Nunca tuvo un homenaje, ni lo pidió, ni lo reclama, ni lo quiere, pero es justo que lo tenga de una u otra manera pues ha sido un grande, más incluso de lo que él piensa porque tiende a darse poca o ninguna importancia. Siempre dijo de sí mismo que es un poco raro, tal vez porque era (y es) un tipo tan sencillo o discreto que en su momento no parecía ni futbolista. Nada que ver con los egos actuales. 
El mencionado Paquito, un entrenador que le marcó muchísimo, le dio el cuatro y con ese número, más propio de un defensa central, se quedó para siempre en Pucela. En aquella época se marcaba mucho al hombre y su dorsal llegó a volver loco a algún contrario porque si algo tenía Jorge era mucha movilidad.

Jugaba partiendo desde la izquierda pero una vez que se metía hacia dentro cualquier cosa podía pasar, como pasó en el referido partido con el Real Murcia y aquel espectacular gol, tan olvidado como inolvidable. Aquella tarde de domingo, muchos adolescentes escogieron ídolo. Ese viejo Zorrilla, el del marcador simultáneo, el del vendedor de pipas y soberano, el del olor a Farias vio jugar a un fenómeno discreto que hoy, visto lo visto, podría pasar de los 70 millones. No los de pesetas que un día ofrecieron por él, probablemente hasta podríamos hablar de euros. Solo le faltaría algún tatuaje, pendientes y el pelo teñido aunque si hablamos SOLO de fútbol, claro que los podría valer. Jorge era un tipo muy normal pero… la fantasía hecha fútbol y ese prodigio, como el buen jamón de su tienda de caprichos, barato nunca fue.

Jorge el día que se cumplieron 30 años de la inauguración del estadio Zorrilla
Desde la izquierda: Santos, Gail, Moré, Richard, Gilberto, Fenoy, Pepín, Sánchez Valles, Jorge, Joaquín y Rusky
Con Patricio Yáñez en los Anexos

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