Tori Serrat y el Barsadolid

Serrat durante la temporada 78/79 y arriba Calderé, tercero por la izquierda (junto a Paquito)
Partido jugado a puerta cerrada en el Bernabéu. Serrat es el segundo por la derecha, de pie.
Calderé en Valladolid y sobre estas líneas: Serrat, Botella, Moré, Mir, Rusky y Estella

José Anselmo Moreno

Reconozco que había perdido totalmente la pista a Adjutori, Serrat Giró, y su contacto me lo facilitó Juanjo Estella. Necesitaba a alguien que me sirviera de «percha» para hablar del Barsadolid, una vez gastadas «las balas» para otras cosas de Rusky, Moré, Paco Fortes o el propio Estella.
Serrat era un jugador que igual podía jugar de central o de lateral izquierdo, aunque casi toda su carrera lo hizo en banda. Tan bueno era que después de pasar por el Valladolid en Segunda al año siguiente jugó 24 partidos de titular con el Barcelona de la 79/80, el año que subió el Real Valladolid a Primera y allí lo celebraron Estella y él como si hubieran formado parte de aquella plantilla.


Serrat vive actualmente en Sabadell, hablamos por teléfono cuando el percance de Eusebio Sacristán y enseguida salieron a relucir las anécdotas de su año en Pucela. Probablemente el entrenador de aquella temporada Enrique Pérez Pachín tenga para uno o varios capítulos completos de esas historias pero es que algunas ni se pueden contar. Precisamente sobre Pachín, Serrat dice que era un tipo «muy peculiar, que nos contaba historias personales y que nos hacia reír mucho».

Subraya además que había una piña de unión entre todos en aquella plantilla, un grupo de compañerismo y amistad muy fuerte, mientras pone el acento en unos veteranos que cohesionaban constantemente al grupo como Llacer, Jacquet, Cortés, etc.

Tras el fútbol, Serrat montó una tienda de Deportes en su tierra y con 65 años ya está jubilado. Durante la conversación pregunta por compañeros de profesión como Javier González o Javier Ares y se interesa por Jacquet, que era el jefe de aquel vestuario. Insiste Tori Serrat en que había muy buena gente en aquella plantilla y también en su entono (la directiva y la prensa). «Por algo estuvimos a punto de conseguir un bombazo, no subimos a Primera por un gol y no jugamos la final de Copa del Rey, estando en Segunda, por otro gol», subraya con cierto pesar. «Yo estuve poco tiempo pero viví cosas muy fuertes en Valladolid, como aquel partido que jugamos contra el Espanyol en Sarriá con Estella, Gilé, Bebic, yo y el resto eran juveniles. Aquello fue una de las mayores gestas de mi carrera», evoca Serrat.

EL AMBIENTE DEL VIEJO ESTADIO

Destaca muchísimo, y lo recuerda con cierta añoranza, el ambiente de fútbol que había entonces en Valladolid, y echa de menos aquellas vivencias. «Era un ambiente especial y hay cosas que se valoran con el tiempo, lo cierto es que he perdido un poco la relación con gente como Rusky, Moré o Toño, con los que mantenía contacto». Señala, en este contexto, que quiere pasar por Valladolid un día a saludar a la gente porque todo sus recuerdos de Pucela son buenos. «No hay ni una sola excepción», recalca.

Serrat, que también triunfó en el Valencia y en el Hércules, antes de retirarse con el Sabadell en Primera, fue uno de los muchos culés que acabaron militando en el Real Valladolid, La «veda» la abrió el traspaso de Alfredo Amarillo, pero después y antes de Serrat hubo varios más porque también vinieron Ramón María Calderé, o Andrés Ramírez. A este último se lo llevó Helenio Herrera a mitad de temporada, precisamente la del referido ascenso. Entró al vestuario, sin decir ni buenas tardes, y mientras Andrés Ramírez (el goleador del equipo) se cambiaba le dijo: «usted se viene conmigo para Barcelona», A la semana siguiente ya estaba jugando en el Camp Nou.

Antes de aquel Barsadolid de Serrat, la historia tiene un principio marcado por el nombre del referido Amarillo. Dicho está en otro capítulo que el Barcelona no solo pagó 12 millones de las antiguas pesetas sino que provocó el primer desembarco en Zorrilla de cinco integrantes del entonces llamado Barcelona Atlético. Para el siguiente desembarco, en algunos casos preguntaron a Rusky, que conocía a algunos de los que venían por detrás de él en la cantera. Con el traspaso de Amarillo vinieron el entrenador Lluís Aloy (que no acabó la temporada), el portero argentino Osvaldo Santos (cedido y que apenas jugó), los centrocampistas Costa, Moré y el delantero centro Rusky. Según todos, Costa era el mejor, una especie de Xavi Hernández, pero tenía una lesión y no pudo triunfar en el fútbol. Poco después, según recuerda Serrat, también se incorporó Juan Ramón Puig Solsona.

De aquellos jugadores todos eran buenos, hasta el que no triunfó en Pucela ya que Osvaldo Santos, tras no poder con la competencia de Llacer, regresó a Argentina y allí siguió jugando en Boca Juniors, con el que ganó la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental.
Costa, como queda dicho era el de más clase de todos, no dispuso de muchos minutos por su lesión y Lluís Aloy fue relevado del cargo por José Luis Saso, mediada la temporada 76-77. De aquel «lote» se quedaron aquí para siempre Pepe Moré y Rusky, y ninguno de ellos necesita presentación porque, además, tienen sitio aparte en esta publicación, tanto en la primera como en la segunda parte.

Moré se convirtió en capitán del equipo y tuvo el honor de alzar el único título oficial de la historia del club: la Copa de la Liga 83-84. Aún estaba aquella temporada en aquel Valladolid campeón Antonio García Ramos, Rusky pero salió en enero cedido al Sabadell. Después de esta etapa es cuando entra en escena nuestro protagonista en este capítulo y se acentuó, aún más, la leyenda del Barsadolid.

EL BARSADOLID DE SERRAT

Y es que en la temporada 78-79 recalaron en el Valladolid otros cuatro futbolistas procedentes del Barca Atlético: Además de Adjutori Serrat, Juanjo Estella y los delanteros Miquel Mir y Botella, todos ellos a las órdenes del célebre Pachín, que les contaba de vez en cuando esas historias personales a las que alude Serrat.

Sólo una muestra: cuando fue a verle el Madrid a Pamplona para ficharle, esa noche Pachín se preguntó: ¿Para qué me quiere a mi el Madrid al lado de Di Stéfano, Puskas o Gento? Pues para dar patadas. Ese día dio patadas hasta en el cielo de la boca, le expulsaron. Al día siguiente firmaba su contrato por ese Madrid con el que se proclamó campeón de Europa. Así era ese Pachín que dirigía al Barsadolid de Tori Serrat.
Ninguno de los cedidos aquella temporada se quedó para la campaña 79-80, la del ascenso con Eusebio Ríos de entrenador, pero sí otros dos culés. Fueron el defensa Pedro Gratacós, a quien Gonzalo Alonso fue a buscar a toda prisa después de que Santos y Jacquet hubieran quedado fuera de combate en el primer partido de liga en Granada, y el mencionado extremo Andrés Ramírez, un jugador buenísimo que pese a no acabar la temporada aportó sus goles y su juego para que un equipo que partía como modesto opositara al ascenso.

Ramírez después hizo muy buenos partidos contra el Real Valladolid en el Camp Nou vistiendo de azulgrana. Con el Valladolid ya en Primera, llegó Ramón María Calderé a un Real Valladolid que vivía sus últimos partidos en el viejo Zorrilla. Calderé (entonces Calderer) era en aquella época extremo y no el centrocampista de éxito que acabaría siendo internacional con España. No tuvo suerte aquí, en una ocasión mientras calentaba en la banda le tiraron algo desde la grada y él se llevó la mano a sus partes. La gente le cogió un poco de manía y tuvo que irse al Alcalá a mitad de temporada porque recibía pitos y abucheos en un viejo Zorrilla que cuando se ponía era implacable. Calderé solo jugó 37 minutos y tres partidos con el Valladolid.

Él fue el último de aquel Barsadolid que hoy hemos querido recodar. Después vino alguno más, el último Matheus Fernandes, pero ya no volvió a ser ni de lejos aquella descomunal concentración de blaugranas que ni tiene precedentes en la historia. Lo hemos recordado con Tori Serrat, que aún tiene que hacerme llegar una foto del presente después de dejar recientemente su tienda de material deportivo. Dice que «son 65 años y me hice viejo, cullons, el único que se mantiene es Estella, a todos los demás el tiempo no nos trató tan bien». Lo dice como si 32 años que han pasado de estas historias no debieran dejar su marca en cada uno de nosotros. Exceptuando, obviamente, a Estella y su pacto con el diablo.

Campaña 78/79 y en la actualidad.
Cuatro exblanquivioleta en ese once del Barcelona At. La otra imagen es de la campaña 80/81 en Valladolid, con varios exblaugrana. Entre ellos, Moré, Rusky, Calderé y Laguna.

Un comentario sobre “Tori Serrat y el Barsadolid

  1. Gracias por el recuerdo y saber de un gran compañero. Coincidimos en las apreciaciones y de integrar ese equipo tan añorado y al que siempre recordaré. Mis saludos a Serrat y le deseo lo mejor. ojala algún día podamos encontrarnos. Abrazo enorme a la distancia y excelente nota llena de nostalgia y de recuerdos.

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