Asier, blanquivioleta por el mundo

Con el Pucela en la campaña 2009/10 en Primera
En un partido del Valladolid y a la izquierda, junto a su padre en una peña del club blanquivioleta

José Anselmo Moreno

Tiene una gran historia este blanquivioleta de corazón aunque apenas jugó 20 partidos con el primer equipo del Real Valladolid, en cuya cantera se crió desde niño. Fue Mendilibar quien le puso de titular en su primer partido en Gijón. Es ambidextro y por eso, entre otras cosas, le gustaba muchísimo a Mendi. Ese año, pese a lesionarse, jugó un total de 17 partidos de Liga y toda la Copa.
En el encuentro de su debut estuvo a un altísimo nivel, como todo el equipo. Se ganó con una exhibición brutal de fútbol y de ambición aquel partido en El Molinón (1-3) con susto incluido de Jacobo, quien recibió un rodillazo de Barral y perdió el conocimiento. Desde entonces, Asier ha jugado en todas las posiciones del fútbol, absolutamente en todas, menos la de portero: de lateral, de central en defensa de cinco, de delantero, de extremo, de mediapunta. Ahora, a sus 34 años, juega de medio centro en Finlandia.

Cuenta desde allí que cuando les dice a sus compañeros que un día fue extremo le miran como si estuviera loco. Es el típico caso de jugador que apunta a figura y se adapta a ser un obrero del fútbol, pero que agradece todas las experiencias que el deporte le ha deparado tras jugar en dos etapas en Valladolid, Alavés, Numancia, Sestao, Xerez o Pontevedra, entre otros equipos españoles, más Chipre y ahora Finlandia. Ahí es nada, Finlandia. Lejos pero feliz. El 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad y según los resultados del Informe Mundial de la Felicidad y su encuesta global este país vuelve a ser el ganador en 2021, tras serlo también en 2020. Precisamente los dos años que Asier lleva en el país. Puede que tenga que ver la escasísima incidencia de la covid en la zona.
Asier Arranz Martín se crió en la cantera del Real Valladolid a la que llegó desde su Segovia natal (Campo de Cuéllar, 20-3-1987) y en el club blanquivioleta vivió sus mejores momentos, pues debutó en Primera y vivió algo que le dejó huella, el ascenso con Mendilibar de la campaña 2006-07. Tiene casa en Valladolid y unos estudios universitarios con lo que piensa establecerse aquí tras dejar el fútbol. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha convertido en un trotamundos. Tras jugar en varios equipos en España afrontó dos aventuras en el extranjero, una en Chipre y la otra, la que está viviendo en estos momentos en Finlandia en el KTP Kotka.

EL AÑO DE MENDILIBAR

Empieza por recordar el año de Mendilibar y aquella pretemporada en Austria, que dice que fue un premio para varios jugadores del filial. «Para un niño de un pueblo de 200 habitantes era un sueño el poder entrenar con jugadores profesionales como Víctor, Marcos, García Calvo o Borja». Para Mendilibar no había canteranos o profesionales, ya que el trato era el mismo para todos. «Comprendí con él lo que era la intensidad competitiva de la que tanto había oído hablar a la gente, que me decía que el fútbol profesional era otra película».
Según Asier, Mendi no se casaba con nadie, siempre venía de frente y no le importaba la edad que pusiera en el DNI, solo miraba el rendimiento y para él fue «como un padre deportivo». Cuentan todos, y Asier también, que la clave de aquel ascenso fue crear un clima familiar que hizo aún más «insuperable» al equipo. Para él fue una temporada de ensueño pero tuvo «muchos altibajos» en gran medida por las lesiones.
Tuvo que salir cedido en varias ocasiones a clubes de Segunda División con distinta suerte. «En el Alavés mi paso fue testimonial en cuanto a lo deportivo ya que no se dieron las circunstancias para que un jugador joven pudiera disponer de minutos allí». Al año siguiente acabaría en el Xerez con la fortuna de vivir otro ascenso a Primera y participando y disfrutando. Fue entonces cuando volvió al Valladolid para poder cumplir el sueño de debutar en Primera, algo que consiguió. Sin embargo, acabó en diciembre despidiéndose de su etapa en Pucela y fichando por el Numancia, con un comienzo espectacular pero tuvo la desgracia de caer lesionado en el pubis y estuvo de baja dos meses.
Durante las siguientes temporadas jugó en equipos como Pontevedra, Teruel y Sestao pero con la mala fortuna de sufrir la cara amarga del fútbol, otra vez las lesiones. «Aquel jugador que prometía en el Valladolid, estaba mermado física y psicológicamente, algo que se hizo muy duro para mi», recuerda.
Eso le hizo valorar otros aspectos que tenía un poco aparcados como los estudios y se decidió a sacar una carrera y un máster pensando en que el fútbol profesional sería complicado volver a disfrutarlo, algo que a día de hoy confirma que fue una decisión muy acertada.

SEGOVIA Y AVENTURAS EUROPEAS

«Me vine a jugar cerca de casa durante varias temporadas para poder terminar la carrera, el máster y estar cerca de la familia y fue cuando pude disfrutar de un equipo como la Gimnástica, Segovia me devolvió las ganas de competir y disfrutar otra vez con el fútbol».

Es ahí cuando, con 32 años, le llegó la posibilidad de tener una experiencia fuera de España. «Inicialmente tuve muchas dudas pero en consenso con la familia decidimos emprender esa aventura y firmé por temporada y media en un club chipriota, el Alki Oroklini».
Todo empezó muy bien tanto a nivel deportivo como personal pero la llegada del covid lo cambió todo. A partir de ese momento se suspendió la liga, empezaron los impagos, las mentiras y a Asier le tocó vivir unos meses bastante complicados. «De forma unilateral me rescindieron el contrato y todo quedó en manos de la FIFA aunque hasta la llegada del virus la experiencia había sido positiva.»La ciudad donde nos tocó vivir (Lárnaka) era tranquila, con buen clima y playas así que cumplía con creces para poder disfrutar de la experiencia».
De manera imprevista llegó la oportunidad de viajar a Finlandia para disputar los últimos meses de competición con un club de Segunda División, el referido KTP de Kotka, que estaba luchando por ascender a Primera. «También tuve dudas pero al final lo acepté y fue un acierto ya que deportivamente tuve protagonismo desde el primer día y como equipo logramos el ascenso».
«Con 33 años era impensable volver competir a esos niveles y renové una temporada más para poder disfrutar de la Primera División de Finlandia con la ilusión de un chaval».

EL SEÑOR DE LOS ASCENSOS

Asier es una especie de talismán, ha coleccionado cinco ascensos de categoría con el Promesas, Real Valladolid, Xerez, Palencia y KTP de Kotka y, además, siempre podrá contar esa anécdota de que ha tenido la suerte de jugar en todas las posiciones de un jugador de campo, absolutamente todas a excepción de portero. No hay muchos casos.
Desde la distancia ve la evolución del Real Valladolid como algo brutal. «La llegada de Ronaldo ha supuesto un crecimiento notable en todo lo que rodea al club, es un lujo ver cómo están los Anexos y el estadio actualmente».

Sobre su vida en Finlandia, adonde llevó también a la familia, dice que es una cultura distinta a España, pero le ha sorprendido para bien y se ha encontrado un tipo de fútbol que le gusta y en el que se siente valorado.
«La vida es muy tranquila, en el aspecto social no tiene nada que ver con España, los compañeros van a entrenar, te ves en el vestuario y luego cada uno a lo suyo».
En cuanto al fútbol, ha sido una sorpresa porque se esperaba un fútbol más físico pero en su equipo está casi prohibido jugar al pelotazo. «Es una liga muy profesionalizada, cumplen y te ayudan siempre, lo televisan todo y es una cultura muy seria», asegura Asier que mantiene siempre un ojo en el Pucela porque son los colores que lleva en el corazón aunque el Pisuerga, sobre el que un día navegó para celebrar un histórico ascenso, quede muy lejos de Finlandia.

Con la camiseta del Real Valladolid en 2009 y a la derecha, con la de su actual club en Finlandia

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