Borja FF, tocado por el destino

Durante la temporada 2008/2009
En la celebración del ascenso de 2018
Con Aramayo el día de su despedida
Durante un programa en la Ser

José Anselmo Moreno

«Llegué aquí y sentí que era mi lugar», así define el jugador orensano su relación con Pucela. Admite que antes de fichar su ilusión no había sido jugar en el Real Valladolid, y menos venir estando el equipo en Segunda División, pero «así es la vida». ¿Saben contra qué equipo debutó Borja con el Real Madrid en el Bernabéu? Pues contra el Pucela. La vida y sus cosas.

Durante su primera etapa aquí dice que pasó cuatro años muy buenos pero se le metió en la cabeza eso de los nuevos retos o lo de cambiar de aires y, además, había un director deportivo que no le quería. Llegó una oferta del doble o el triple de buena y se marchó al Getafe, aunque estuvo a punto de volver al cabo de unos meses, en enero. Pudo dejarse ir al acabar la temporada 2009/10 porque ya había firmado con el Getafe pero fue titular con Javier Clemente y lo dio todo, incluso en partidos cuyos resultados podían perjudicar a su futuro club.

El destino le marcó. Aquel famoso lema del Real Madrid de «Zidanes y Pavones» pudo ser «Zidanes y Borjas» pero se dio una circunstancia curiosa.  Borja empezó de central y pasó en el Castilla a jugar de medio centro. Eso sucedió unas semanas antes de ser convocado junto a Pavón para el primer equipo. Del Bosque puso a calentar a los dos en un partido. Al final tuvo que sustituir a un central y se decantó por Pavón al ser el central que jugaba en el filial. Borja tuvo que esperar dos años más para debutar con el Real Madrid y jugar partidos de mucha responsabilidad, sobre todo en la etapa de Carlos Queiroz.  

A partir de ahí, su ir y venir de Pucela ha sido una constante en su carrera. «Pude volver también antes de 2015, pero el Getafe no me dejaba aquí y me fui al Deportivo para ascender el mismo año que sube el Valladolid con Djukic»

Años más tarde, tras media temporada en el Eibar y otra media en la India le llamaron para venir, esa vez sí fue Carlos Suárez y no en su último regreso, como algunos pensaron. Cuando habla de la temporada 2015/16 dice que «fue un año difícil y hubo que tirar mucho del carro aunque se consiguió salvar el desastre», pero lo cierto es que Braulio Vázquez no le quería y, pese a tener contrato, renunció y se marchó de nuevo a la India.

Allí vivió experiencias altamente enriquecedoras. En opinión de Borja, la gente de la India es “encantadora”. Aunque estuvo como en una «burbuja», también vio la pobreza de una parte del país. “Viví la miseria de cerca a veces porque hay mucha, pero todo lo compensa el cariño de la gente y su sonrisa ante las dificultades. La gente es de lo mejor que tiene ese país”.

TRES ETAPAS Y MUCHA HISTORIA

No pensaba volver pero tras una buena temporada en Almería «vino el Valladolid a por mi y yo no podía decir que no». Esta vez sí fue el cuadro técnico, «pensaban que faltaba ese puesto específico tanto en el campo como experiencia en el vestuario y volví por tercera vez, algo que parecía imposible y contra la opinión de Suárez, me han enseñado mensajes en los que incluso desaconseja mi fichaje».

«Salió todo genial y me pude retirar de una forma muy muy bonita aunque después pasó lo que pasó». Lo que pasó es curioso porque se ve envuelto en una trama de apuestas cuando Borja era un «antiapuestas» nato, nunca apostaba y, es más, instaba a no hacerlo. Tampoco el dinero le llama excesivamente. Como ya ha contado, perdonó un año de contrato en aquella temporada en que el club estuvo a punto de irse a Segunda B. Es más, aquel año Suárez estaba enfermo y le encomendó que se implicara en todo porque él no podía estar cerca y el equipo estaba en caída libre. Al final, con Borja en el campo, el club se salvó del descenso y de una muerte segura. «Aquel equipo era un poco desastre, empezaban los partidos y nos entraban por todas partes y cada uno hacía la guerra por su cuenta», recuerda. Fue cuando empezaron a pitarle en Zorrilla y él lo sentía como un puñetazo en plena mandíbula. Era Valladolid. Su casa. Los haters y sus cosas, pero él sabe lidiar con ellos (lo demuestra con frecuencia en redes sociales).

Sin embargo, la vida le regaló esa penúltima etapa en Pucela y Borja se fue en el mejor momento posible. Si hubiera esperado un año más se hubiera despedido ante un estadio vacío, como consecuencia de la pandemia. En su cuenta de Twitter tiene fijado el momento de su despedida. El equipo ya estaba salvado. Pocas cosas pueden ser tan perfectas. Media un abismo entre haber dejado Valladolid al final de aquella temporada 15/16 que admite «muy complicada» con aquel sórdido partido ante el Mallorca a irse en loor de multitudes, con el equipo en Primera, tras haberlo ascendido, y en medio de una gran fiesta.

El gallego ha sido el último gran capitán que se ha apeado del barco tras Álvaro Rubio. Los dos formaron aquella dupla memorable con Mendilibar en la que el riojano ponía la seda y Borja, el músculo. Ambos, la entrega a unos colores y la honradez profesional. Tal vez Borja no era leyenda porque lo dijeran unas cifras espectaculares sino porque lo dicen quienes compartieron con él momentos de extrema dificultad, como quien le despidió en su última foto camino del vestuario y que acompaña a este texto, Joseba Aramayo. Los abrazos de El Pibe marcaron siempre la línea donde en Pucela comienzan los mitos. Borja había anunciado su adiós previamente, antes de la rueda de prensa de su despedida, a través de la canción de un gran futbolero, Leiva. La pista era evidente: «Hazlo, como si fueras a morir mañana». Su sana y recurrente costumbre de poner banda sonora a las cosas. En esa despedida hubo llanto. Sus emociones licuaron en lágrimas, pero se fue rodeado de amigos y toda la plantilla acabó abrazándole y revolviendo su flequillo, algo que saben que le importuna

HUMOR HASTA EN EL DRAMA

Puede que sea, entre otras cosas por la música, pero Borja tiene un carácter que le permite tomarse las cosas  casi siempre con humor. Así por ejemplo, sobre su estancia en el calabozo recuerda que «cuando salimos de los juzgados en Huesca nos fuimos a una cafetería de un bar de carretera y allí yo ya estaba haciendo bromas con la situación, aunque después me llamaba gente de mi familia y me pusiera a llorar». También empezó a llorar cuando le llegó la comunicación del juzgado por la que le sacaban del caso Oikos, «estaba yo solo en casa y era inconsolable». Dice que nadie de los medios le ha pedido perdón pero, en parte, lo compensa el cariño de la gente por las calles de Valladolid. Sin las caretas de internet, en directo, la gente le aprecia sinceramente y Pucela fue la «zona cero» desde donde se proclamó su inocencia. 

El fútbol le ha hecho llorar muchas veces, no sólo en su adiós. Por ejemplo, cuando con 15 años recién cumplidos tuvo que dejar a su familia para irse a vivir a Madrid y llamaba a casa algunos días desconsolado. Sus padres le animaban como podían. Con el tiempo se volvió valiente y fue uno de los primeros españoles en irse a la Liga India. En esa etapa, y antes de dejar el fútbol, ya había invertido en negocios de hostelería y vino, también después en una casa rural en la Ribera Sacra. Además de la referida pasión por la música, está su menos conocida pasión lectora, a lo que contribuye su cuñado, el novelista César Pérez Gellida.

Es muy fácil y muy habitual encontrarle por el centro de la capital. Cuando la mayoría de los futbolistas prefieren irse a zonas alejadas, más tranquilas o más residenciales, él prefiere el centro de Valladolid, aunque tardó más de tres meses en encontrar una casa a su gusto. Borja forma parte del paisaje urbano de Pucela y recientemente se ha incorporado al cuerpo técnico del club, primero como segundo técnico del Promesas y después como primer entrenador del Juvenil. Así es como sigue siendo uno de los nuestros. En alguna ocasión le han dicho que parece un gallego de La Rondilla o de La Pilarica. Tal cual.

Celebrando la permanencia en Vallecas y un gol en Zorrilla

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