Benjamín Zarandona y Pucela en el corazón de África

Entregando ropa del Real Valladolid a niños guineanos y en la izquierda durante un partido de la campaña 95/96
La marca Real Valladolid vuelve a Guinea de la mano de Benjamín

José Anselmo Moreno

Benjamín decidió que tras el fútbol hay muchas cosas que hacer. El segundo traspaso más caro de la historia del Real Valladolid (tras Salisu) continúa con su labor solidaria en Guinea Ecuatorial, el país de su madre. Periódicamente hace entrega de ropa donada por el club pucelano (entre otros) y la última vez fue a los niños del colegio Salesianos de Bata.

Trazar un resumen de la historia de Benjamín para mi es bastante fácil. Le conozco desde crío y, tras su retirada, le he escuchado hablar con verdadera pasión de esta labor humanitaria con la que lleva muchísimo tiempo. Así por ejemplo, desde hace una década edita un calendario solidario, organiza partidos para recaudar fondos y recoge esa ropa deportiva, de modo que muchos niños guineanos son del Pucela. También se llevó césped artificial desechado en los Anexos hace algunos años y lo instaló en el referido colegio, pero vayamos primero con el jugador antes que con el «misionero».

El Titi, como se le conocía desde niño en los Anexos tuvo dos años de verdadera eclosión en el Real Valladolid. Fue brutal su rendimiento y hasta fue preseleccionado por Javier Clemente para el Mundial de Francia 98 pero acabó jugando, igual que su hermano Iván, con el combinado de Guinea Ecuatorial, con el que tuvo un problema serio de salud en un partido ante Ruanda. Fue en marzo del año 2007 y pensó que se moría. Como él dice «me dio un chungo». La verdad es que aquello resultó ser un susto muy grande para todos. Debido al calor y a la presión que el jugador se metía a sí mismo sobre todo lo relacionado con la selección (allí tenía que hacer hasta de utilero) perdió el conocimiento en el mencionado partido y se vivieron momentos dramáticos hasta que volvió en sí. Allí Benjamín es un ídolo. Como no había debutado con España pudo jugar con el país del que procedía su madre, ya que su padre (José Manuel) era vizcaíno.

FICHAJE FRUSTRADO

En una cena que organizó Marcos Fernández padre, con motivo de la salvación de 1996, nos tocó a mi compañero José Ignacio Tornadijo y a mi con Benjamín y Rubén Baraja, los cuatro en la misma mesa. A Benjamín yo le conocí a finales de los ochenta, obviamente destacaba por el color de piel y su poderosa zancada. Empezó jugando de delantero cuando era benjamín (valga la redundancia). En aquel momento sacaba dos cabezas a sus compañeros pero, poco a poco, fue retrasando su posición.

En esa cena junto a Rubén Baraja nos dijo que su padre (fallecido en 2018) era vasco y que podía jugar en el Athletic Club de Bilbao. La verdad es que nos sorprendió, pero aquello cogió forma con el tiempo. Precisamente el color de piel pudo influir en su no fichaje. Recuerda que Arrate era el presidente del Athletic y hubo una oferta de traspaso. «Mi padre era de Portugalete y podía fichar pero, por lo que fuera, hubo una parte importante del club que no vio claro ese fichaje y yo creo que pudo influir el hecho de que un jugador negro nunca hubiera jugado allí. Actualmente no hubiera habido ningún problema con eso», explica.

Hasta Mohamed Salisu, su traspaso fue el más caro de la historia del Real Valladolid, algo más de 1.700 millones de pesetas. Una barbaridad para la época. No parecía apuntar tan alto, pero el jugador criado en la calle Granada de Las Delicias dio un salto de calidad enorme de la mano de Vicente Cantatore, quien le motivaba diciendo que era el mejor que tenía en la plantilla, aunque a veces también le picaba el amor propio para sacar lo máximo que llevaba dentro.

Precisamente cuenta que la destitución de Cantatore le supuso un golpe brutal. «Recuerdo que estábamos García Calvo y yo en la habitación y cuando lo escuchamos por la radio salimos a los pasillos del hotel para preguntarnos si había sido tal cual lo habíamos escuchado porque no nos lo podíamos creer».

Al principio él no lo recordaba, pero Benjamín participó activamente y jugó contra Ronaldo Nazario en uno de los mejores partidos que se han visto en Zorrilla en toda su historia. Al menos, el mejor que yo he visto y eso lo he hablado con él aunque en un contexto más festivo que deportivo (en Ferias). Casi recuerdo yo mejor que el propio protagonista ese partido tan memorable. Fue un 3-1 al Barcelona con Vicente Cantatore al mando de las operaciones. Aquello resultó ser un espectáculo de primer nivel. Nunca visto desde entonces.

RECUERDO DE CANTATORE

Precisamente del entrenador chileno destaca que «era un motivador extraordinario, siempre me decía que yo era el mejor de los 22 que jugábamos en cada partido y me decía al oído: de ti depende si quieres que te ponga el próximo día». Recuerda que a cada uno le daba un mensaje al oído y era su manera de motivar. «Para mí fue muy importante, una clave en mi carrera deportiva», evoca Benjamín.

Y así fue, porque Benji creció mucho con Cantatore y después con Kresic. Tan es así que Lopera se encaprichó de él al comienzo del verano de 1998. Le hizo un contrato larguísimo que cumplió y cobró religiosamente, aunque también estuvo cedido en el Cádiz y en el Xerez. Ya para entonces se había hecho famoso, no solo por su buen rendimiento durante varias temporadas en el Real Betis, también por la famosa fiesta de Halloween en su chalet de Sevilla. La interrumpió el propio Lopera y hubo quien quiso desaparecer en cuanto supo que su presidente estaba entrando por la puerta. No es una leyenda, fue así. El presidente, el entrenador (Juande Ramos), el gerente y el director deportivo estaban fuera, en un coche, y Benjamín los vio cuando salió a comprobar si todo estaba en orden o molestaba la música a los vecinos. Lopera y sus cosas.

Benjamin es hermano de Iván y de José Manuel Zarandona Esono «Yoyo», este último ya fallecido. Yoyo era un jugadorazo impresionante pero no llegó nunca a la elite. Jugó, entre otros equipos, en el Laguna, casi siempre como líbero. Por esas cosas del fútbol nunca tuvo la opción de dar el salto y trabajó de muchas cosas hasta que falleció en un accidente laboral mientras cargaba un camión en Belorado (Burgos), con solo 48 años de edad. Eso sucedió en 2012. Conocí a Yoyo, otra buena persona que dejaba entrever los valores y el ejemplo de vida que debió dar a sus hijos el matrimonio Zarandona-Esono. No es casualidad que los tres hermanos que yo he conocido tengan similares virtudes y parecidas cualidades. Esas que se adquieren en casa antes de que la vida las ponga a prueba. De eso hablé con Iván tras una tertulia en la Ser. Por cierto, aquel día le dije que me parecía mejor futbolista que su hermano. Puede que me equivocase pero sigo pensando que a Iván Zarandona no le deparó el fútbol lo que en justicia merecía.

ÁFRICA ATRAPA

Aprovechando el contexto de la labor solidaria de Benjamín, hay que subrayar que no es el único que propicia que los colores blanquivioletas estén presentes en África. Los habitantes de una aldea de Sierra Leona usan camisetas del equipo como uniforme para los momentos más importantes, como un funeral. La imagen, altamente impactante, acompaña este texto. Todo empezó después de que un misionero del colegio San Agustín solicitara hace años unas camisetas al club, y la elástica blanca y violeta se ha convertido en el uniforme de los miembros de una comunidad en las celebraciones solemnes. La de la foto es el entierro de una adolescente.

El resto de camisetas blanquivioletas que se ven en África es probable que tengan como «mediador» a Benjamín Zarandona, que actualmente vive en Valladolid, pero que de vez en cuando viaja a Guinea donde pasa largas temporadas y ha montado un campo de fútbol en un orfanato en Malabo, la capital del país. Esa labor en Guinea le ha «atrapado», podría vivir cómodamente de las rentas y dedicarse a sestear pero no parece que eso entre en sus planes, ni siquiera a largo plazo.

Además de las colaboraciones en periodismo deportivo nacional, su día a día tiene que ver con la educación de los valores en los chicos de fútbol base, algo que siempre le apasionó. Como hace tantas cosas, hasta ha participado en un reality show televisivo. Era puro espectáculo, pero el Benjamín de verdad, el que no está revestido de nada, fuera de su personaje, es un ser humano excepcional. Una persona sencilla y extraordinariamente humana, que nunca olvida sus orígenes y los pasos que ha dado hasta ser lo que es. Disfruta todo lo que puede de sus 45 años y, de paso, ayuda a los demás porque eso le hace feliz.

Qué mejor plan de vida.

Benjamín mira su calendario solidario durante una tertulia en la Cadena Ser.
Camisetas del Real Valladolid durante un funeral en Sierra Leona
De izquierda a derecha: Edu Manga, Benjamín, César Sánchez, Peña, Gutiérrez, Santamaría, Víctor, Juan Carlos Gómez, Marcos, Juan Carlos Rodríguez y Quevedo

Celebrando la permanencia del 96.

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