El incansable con dos triadas: Torres Gómez

Cérsar, Vizcaíno, Turiel, García Calvo, Marcos, Santamaría, Torres, Chema, Eusebio, Víctor y Peternac
Con Rubio, Victor y Juan Carlos, entre otros, en «El Encuentro», bar de Santi Cuesta en Parquesol
Centrando con la derecha, su punto fuerte

José Anselmo Moreno

Hay quien debe retirarse del fútbol por la temible triada o, simplemente, ya no vuelve a ser el mismo. Javier Torres Gómez (Madrid, 9 de enero de 1970) jugó casi toda su carrera con dos, una en cada rodilla. Fueron 328 partidos con la camiseta del Real Valladolid (304 en Primera División). Llegó como centrocampista y ya con una operación de rotura de ligamento cruzado y menisco en su rodilla derecha. Nada más llegar, se produjo otra en la izquierda y tuvo que dejar su sitio a Chuchi Macón durante un partido en el Bernabéu de la temporada 93/94, con victoria blanquivioleta 1-3. Fue el día que marcó Cuaresma y Alberto acabó de central. Javi Torres volvió con una bolsa de hielo adherida a su rodilla maltrecha y teniendo lo peor. Ya había pasado por ello.

Se recuperó a base de sacrificio y horas y horas de rehabilitación. Mientras tenía lesionada una pierna, potenciaba el manejo de la otra. Tal vez por eso, cuando llegaba a línea de fondo y se quedaba encerrado, recortaba y centraba con la izquierda sin problema alguno.

CARRILERO POR VOCACIÓN

Pero se recuperó y acabó jugando de carrilero hasta su retirada tras una rotura muscular muy grave. Las alineaciones del Valladolid de Cantatore, Kresic o Manzano, entre otros, eran nueve jugadores más Torres Gómez y Marcos. Los centrales cambiaban, iban y venían, pero los carriles eran innegociables. Fueron dos puñales en banda que daban sentido y profundidad a la formación de cinco defensas. Siempre pensó que su sucesor sería Jonathan Martín Carabias pero la senda del fútbol es poco previsible.

Torres Gómez procedía de la cantera del Getafe y del Real Madrid Castilla donde coincidió con Vicente del Bosque y otro Torres. Era Torres Mestre, que acabó de lateral zurdo indiscutible en el Espanyol de Camacho, aunque durante los entrenamientos el técnico murciano le decía que se fijara en como centraba Santi Cuesta e hiciera lo mismo. Santi no jugaba nunca pero era el ejemplo a seguir. Javi Torres Gómez no necesitaba ejemplos de nadie. El ejemplo, dentro y fuera del vestuario, era precisamente él. Su comportamiento no tiene ni un solo borrón.

Tras retirarse fue coordinador de la cantera (ahí descubrió a Anuar y Toni Villa), entrenador del filial, y también del primer equipo en un encuentro en Barcelona antes de la llegada de Abel Resino. Allí hizo una alineación plena de lógica y empató a cero tras la sangría goleadora que arrastraba el equipo con Antonio Gómez.

Cuando salió de la entidad blanquivioleta entrenó al Villarreal C en Tercera y al Celta B en Segunda B. Tras acabar su contrato en el club gallego, el siempre inquieto Javi (hasta tiene estudios de Técnico Superior de Electrónica) dio vueltas a diversas ideas relacionadas con el deporte. Se vino para su casa de Parquesol pero enseguida se puso a cavilar sobre las posibilidades de desarrollar nuevos proyectos.

ESCUELA DE PADRES

Uno de ellos fue una escuela de padres. Tras jugar sus más de 300 partidos en Primera División era muy consciente de los comportamientos en torno a un campo de fútbol. Por esta razón, creó una escuela para educar a los padres. Los valores, siempre por delante.

“Somos los primeros en gritar al árbitro y en insultar durante un partido. Ese es el ejemplo que damos a nuestros hijos y, a menudo, se les queda más el ejemplo de lo que ven que lo que les decimos”, asegura Javi Torres con toda la razón del mundo.

Durante sus charlas, Torres trabajaba la empatía (ponerse en el lugar de). “Hay que ver lo que siente el árbitro, el entrenador y el padre de un jugador y tenemos que controlar las emociones porque cuando hay un insulto o una pelea yo pienso cómo repercute eso en la mente del niño que lo presencia”.

Pero no quedó ahí la preocupación por los demás del otrora carrilero. Promovió unos talleres de reminiscencia para personas mayores. El proyecto era tan edificante y agradecido que le dio casi tantas satisfacciones como el fútbol. Demostró que mediante los recuerdos, los himnos, las fotografías y la presencia de los propios futbolistas, muchos de los ancianos han rememorado aquellas épocas en las que el fútbol era parte de su vida. Fue un proyecto de la Asociación de Veteranos del Real Valladolid, presidida por Juan Carlos Rodríguez, Así fue como los exjugadores ayudaban a los mayores y como conocieron de primera mano la historia del Real Valladolid con gente que estuvo con Coque, con Morollón, con Saso, con los hermanos Lesmes…

Y es que Javi Torres llevaba dentro un alma de capitán. Lo fue en el Valladolid y cuando se retiró se formó en ‘coaching’. A su juicio, “tenemos mucho dentro por explotar, un director de grupo siempre tiene que escuchar, no solamente se trata de dar órdenes”.

A la Fundación Eusebio Sacristán, de la que también es patrono, vinculó no solo su escuela de padres, sino también escuelas de tecnificación en fútbol como la que su compañero Víctor Fernández desarrolla en el Parquesol, donde empezó jugando su hijo.

Siempre implicado y dispuesto a ayudar, como cuando en el campo tapaba el agujero que dejaba un compañero, Javi Torres también comentó la Primera División para la Cadena Ser. Ello suponía que los fines de semana se pegaba un atracón de partidos pero poco le importaba y en casa están acostumbrado a verle delante de la televisión analizando equipos, sistemas y hasta comportamientos de los protagonistas.

COMENTARISTA RADIOFÓNICO

Lo de la radio me venía muy bien porque me obligaba a seguir en contacto directo con la actualidad del fútbol aún más, si cabe. Sin embargo, aún mantiene la inquietud de seguir entrenando. “Me siento bien en un banquillo, pero mientras surge la oportunidad hay que formarse y moverse”.

Su conocimiento de la Primera y Segunda División es brutal. También habla de jugadores de Segunda B que pasan inadvertidos pero no para miradas atentas como la de Javi Torres. Dentro lleva a un observador del fútbol y de la vida. En el momento en que dejó de subir la banda en 2005 y de poner pases de gol (él sumó tres tantos en sus dos años en Pucela) Javi Torres se paró a pensar qué podía hacer él por el fútbol. En ello está y, a sus 49 años, mantiene la pasión por el balón y el ánimo de coger un banquillo para volcar sobre los demás su equilibrio y sabiduría calmada. Sin voces.

Dando una charla en la RS Hípica de Valladolid enmarcada en su proyecto de formación en valores Escuela de Padres
Con su amigo Retamero, que ha sido técnico en siete países diferentes

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