La discreción del último mago: Óscar González

Cantado un gol con carácter, algo que dice nunca le faltó
En el centro de la imagen durante su última temporada

José Anselmo Moreno

Oscar se retiró en 2016 casi sin darse cuenta. También pasó casi inadvertida su marcha para buena parte de la afición. Aquel verano no recibió oferta de renovación y se pensó si seguir o no. Tenía cartel en el extranjero y a través de la web del club se despidió de la afición con una carta, pero no dejaba entrever claramente su retirada. Se lo estaba pensando, no era tan veterano, y tanto se lo pensó que la cosa se fue diluyendo, empezó la liga y Óscar no jugaba en ningún equipo así que la retirada fue un hecho consumado. Y lo fue sin el homenaje que seguramente merecía uno de los jugadores de más calidad que han vestido de blanquivioleta en los últimos años.

Por entonces, ya tenía su negocio de hostelería y su finca, que compatibilizaba con el fútbol. Ahora se dedica enteramente a ello y a jugar a golf deporte en el que, por cierto, también destaca. Se le puede ver con frecuencia en Entrepinos, sobre todo los sábados. No se trata ya de dar un pase entre líneas sino de envocar en el hoyo 18 pero se le da igual de bien. La precisión siempre fue su fuerte.


Óscar Javier González Marcos nació en 1982, el año del Mundial que albergó España y una de sus sedes, el estadio Zorrilla, fue principio y fin de su carrera futbolística. Sin embargo volvió a nacer un día de invierno de 2002 viniendo en coche desde Salamanca con su compañero y paisano Jonathan Martín Carabias. Óscar estaba ya asentado en el primer equipo y ambos se vieron envueltos en una colisión múltiple debido a la niebla, justo a la altura de la urbanización Panorama. El balance fue de seis muertos y más de 40 heridos, algunos muy graves. Ellos salieron indemnes pero bien pudieron formar parte de alguno de los 39 vehículos siniestrados si hubiera sido todo un segundo después. La lotería de la vida.


Y una especie de lotería le tocó a Óscar con su restaurante Montellén, que ha regentado hasta el año pasado. Próximo al Mercado del Val, fue inaugurado mientras apuraba sus últimos bocados en el fútbol profesional. Antes de entrenarse, mientras estaba en activo, se pegaba buenos madrugones para ir al mercado y entregarse plenamente a su negocio con el que desembarcó varias veces en Madrid Fusión para participar en la Ruta de Tapas. Desde su finca en Salamanca hasta las mesas de su restaurate viajaba la carne. Sin intermediarios y con esa pureza de quien siempre tuvo un gusto por lo exquisito. Tanto, que preferiría dar un pase de seda antes que fusilar al portero.»La hostelería es más fácil que el fútbol, también da sus disgustos pero cuando las cosas salen bien ves a la gente agradecida, te lo dice y vuelve, es bonito porque lo ves más de cerca».
En su negocio confluyeron su afición por el campo y la vocación gastronómica que siempre sintió. Compró la finca hace una década y la puso a punto antes de convertirse en restaurador.

Montellén no fue sólo el nombre de su restaurate, también lo es de la finca donde cría el cerdo ibérico y la vaca morucha de los que se abastecía. Son más de ochenta hectáreas de encina y monte bajo en Tamames (Salamanca), próximo a La Alberca, Sequeros, Mogarraz y toda esa zona espectacular próxima a la Sierra de Francia. Tan espectacular como los pases de Óscar o como aquel gol suyo de media chilena en Huelva, uno de los mejores que ha conseguido el Pucela en la última década pero que también pasó inadvertido porque Oscar, siendo un genio, llamaba poco la atención excepto cuando hacía declaraciones y decia las cosas como las sentía. Muy en su línea

CEREBRO Y GOLEADOR

Recuerda que a los los 14 años dejó a su familia y amigos en Salamanca para comenzar en la cantera del Valladolid, «fue duro al principio pero valió la pena». Desde las categorías inferiores de la UD Santa Marta dio el salto al Real Valladolid en primera (2000/01) previo paso por la cantera. Los títulos llegaron después, logró la Supercopa de España con el Real Zaragoza (2004/05), y la liga y la copa en Grecia con el Olympiacos (2008/09). En total, el centrocapista de Pelabravo vivió quince temporadas en activo a caballo entre España y el referido Olympiacos griego, allí también dio muchas clases magistrales de fútbol. Su primer año fue espectacular.

Su último pase era letal y su capacidad goleadora, también. De hecho, con Pepe Moré en el banquillo se hartó a hacer goles una temporada. Entre ellos dos golazos al Real Madrid el día que Ronaldo Nazario marcó el definitivo 3-2 para dejar «helado» un estadio Zorrilla cuyo marcador reflejaba un 2-0 al decanso. Un día que parecía grande, se quedó en nada y Óscar vio como sus dos tantos no valieron de mucho. Aquella temporada (03/04) se torció y acabó muy mal.

DESCENSO Y MARCHA A ZARAGOZA

Tras ese descenso en 2004, el año de Fernando Vázquez, el Zaragoza pagó tres millones de euros al Real Valladolid. Óscar González aún era joven y un talento prometedor. En Zaragoza dice que le faltó ser «más consciente» de aquella etapa, le costó entrar pero acabó jugando bien y ganando una Supercopa.
En Zaragoza jugó también competiciones europeas en las que destacaba, y mucho, Pablo Aimar, competencia directa de Óscar porque ambos eran finos estilistas y compartían hábitat en la mediapunta. Óscar González jugó en aquel Zaragoza que le metió seis goles al Real Madrid de los galácticos y en el equipo que perdió una final de Copa el Rey contra el Espanyol, en la que los maños partian como claros favoritos con Óscar ya metiendo goles. Un año en el Valladolid Oscar se destapó con 16 tantos, parecía que se iba a comer el mundo y tal vez por eso ahora tiene la sensación de que pudo hacer «algo más» en el fútbol. Eso sí, no consiente que le digan que le faltaba carácter. «Sufría las derrotas como nadie pero daba una imagen de frío que a veces no me beneficiaba de cara la la gente».


En 2008 fichó por el citado Olympiakos que desembolsó algo más de 4,3 millones de euros para hacerse con sus servicios. Allí le llevó Ernesto Valverde que confiaba ciegamente en él. En Grecia jugó una final de Copa mítica que acabó 4-4 y en la que tuvieron que tirarse casi 20 penaltis. «Acabamos 15-14 y yo tuve que lanzar dos». La gente le valoraba allí, Grecia fue una gran aventura para él, hasta hizo de anfitrión para el programa Españoles por el Mundo pero añoraba España. Más concretamente, Pucela

En 2010 volvió a Zorrilla, quería regresar a primera con el equipo de su vida pero no pudo ser el primer año porque el Elche apeó en la promoción al Real Valladolid de Abel Resino que tenía a Óscar como uno de sus fijos y asistente habitual de Javi Guerra. Después contribuyó a lograr el ascenso el año de Djukic. Paradójicamente, su primer partido en el retorno a la élite, en agosto de 2012, fue en Zaragoza y se ganó con un gol suyo (0-1). Lo celebró. Con él no iba eso de reprimirse de cara a la galería. La autenticidad estaba, y está, grabada en sus genes. Irregular, sí, pero auténtico.

Algo muy poco conocido de la biografía de Óscar es que su madre es vasca y pudo fichar por el Athletic Club (un caso similar al de Benjamín Zarandona con su padre). Iñaki Saez le conocía de la selección juvenil y le recomendó al club de Lezama, inmerso entonces en debates sobre «el pedigrí» de sus cachorros. Aunque salmantino, futbolísticamente Óscar es un pucelano más, incluso sus hijos son de Valladolid. Cree que hubiera sido posible otra despedida, eso quiere decir que le hubiera gustado, pero no tiene actualmente ninguna vinculación con el club. Tampoco pensaba tras retirarse en ser entrenador pero sí ha considerado siempre que los entrenadores son piezas claves en la carrera de un jugador. Con Miroslav Djukic metio doce goles y a la siguiente temporada, con Juan Ignacio Martínez, solamente uno aunque ya arrastraba problemas físicos.
«Si analizas la trayectoria de muchos jugadores siempre encontrarás un entrenador que ha sido clave para ellos», subraya un exjugador que ve el fútbol profesional inmerso en una tensión continua y que a veces genera mucho desgaste, tanto físico como mental.

Aunque su retiraba fue discreta hay muchas personas que aún le reconocen su trayectoria deportiva y se lo dicen por la calle. Eso, a su juicio, «es algo que ahora se aprecia y se valora mucho más». Óscar González era un futbolista diferente. Tanto que, desde su marcha, no ha vuelto a haber otro como él. Ni parecido. Se retiró con solo 33 años. Pocos pueden decir adiós con tanto fútbol aún dentro de sí. Y no todos saben encauzar su vida tan rápidamente tras vivir en la burbuja del fútbol.

Yéndose de un contrario en la campaña 14/15
Foto actual de Óscar, que continúa fino

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